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Dejé de ser una víctima y me convertí en protagonista

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Con el tiempo entendí que no puedes cambiar el pasado, pero sí puedes forjar y trabajar por un futuro mejor. Aprendí que no es posible ayudar a quien se queda atrapado en la autocompasión, y que cada decisión trae consigo consecuencias; depende de nuestros actos que sean positivas o negativas.

Mi nombre es Katherine tengo 33 años y nací en un barrio humilde de la ciudad de Bogotá. Mi contexto familiar no es diferente al que se vive en los barrios de estratos bajos de la ciudad: Familia disfuncional, normalización de abusos por parte de familiares, situaciones difíciles al rededor de drogas, alcohol y diferentes tipos de violencia, limpiezas sociales y varias situaciones más que giran en torno a la desigualdad social.

Siendo una niña de 6 años, fui violada sexualmente por un familiar y mi voz se silenció por ser precisamente un hombre de mi familia quien cometió ese crimen conmigo. Esto, fue mi condena ya que a mis 13 años, se repitió la historia pero esta vez generó marcas en mi al punto de querer acabar con mi vida en diferentes ocasiones.

A pesar de tanta oscuridad, en mi camino conocí a Dios y comprendí que la mejor manera de cambiar mi vida era quitándome la etiqueta de víctima. Me fijé objetivos claros y luché por transformar la realidad que viví en mi infancia y parte de mi adolescencia, convirtiéndome en lo que soy hoy: una mujer de 33 años, profesional, especialista, madre de dos hijos y esposa de un hombre que me ama por completo. Conociendo mi historia, él me tendió su mano, y hoy, después de 10 años, sigue viéndome como la princesa que nunca pensé ser.

Las personas te ven como tú te veas, cuando me miraba como víctima me convertía en víctima y esto me llevaba a ser muchas veces abusada, tanto psicológicamente como físicamente en muchas ocasiones me preguntaba si llevaba colgado el letrero de “violación”pero resulta que ese letrero me colocaba yo misma cuando permitía que me golpearan, que me tocaran o hasta convertirme en una mujer sumisa.

¿Crees en las cadenas transgeneracionales? Yo sí, y sé lo importante que es romper con ellas, incluso si para hacerlo tienes que cortar tus propias raíces. Eso hice: rompí con todo aquello que me causaba daño, buscando evitar que se repitiera en mis hijos. Mi objetivo es que mis hijos y las futuras generaciones vivan una vida llena de más bendiciones que de dolores.

Hoy miro hacia atrás y, aunque podrías pensar que desearía cambiar lo que ocurrió, en realidad no cambiaría nada. He aprendido mucho de todo esto, y esas lecciones me permiten ayudar a personas que pasan por situaciones similares. Recuerda siempre que la mente es tan poderosa que, como te veas a ti mismo, así te verán los demás.

Hoy te invito a cortar todo lo que te hace daño y a romper esas cadenas. Pero, sobre todo, mírate con ojos de amor y cree en las segundas oportunidades. Deja de ser una víctima y conviértete en protagonista.

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